sábado, 4 de enero de 2014

Ollantaytambo, la emoción de estar en Perú

Una callecita de Ollantaytambo

La fortaleza vista desde el tren

Los techos desde la ciudadela

Las terrazas

El perfil del inca sobre la piedra

Wiracocha, el dios creador inca, vigila y cuida los techos de Ollanta
Las siembras

A través de un hueco, los techos bajo el sol

Changuitos entre las ruinas

Ollantaytambo

Ollantaytambo



Mirar hacia abajo bajando las terrazas
De todos los lugares que visité en Perú, éste fue el más emocionante: a pesar de que Macchu Pichu tiene "el" encanto de las ruinas incaicas, se pierde la emoción con tanto comercio, tanta gente, tanta cosa alrededor. De la zona de Cuzco, por lejos es lo más visitado por todo el mundo. Pero Ollantaytambo conserva el calor de pueblito, con esas callecitas empedradas y ese aire incaico que la envuelve y la abraza: desde los cerros con sus dioses que vigilan el horizonte y guardan la pequeña ciudad de todo mal hasta los campos sembrados, todo en Ollantaytambo desprende tranquilidad, gracia, respeto por el pasado. Silencio y viento, nada más. Piedra y espíritus callados. Changuitos correteando entre las ruinas. El tren que se detiene y se pierde hacia Cuzco. La paz en medio del Valle Sagrado inca.

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