miércoles, 8 de enero de 2014

El color explota en Caminito

Cesar y el puente 

El Diego 

Conventillos convertidos en atelliers

Explosión de colores 

La esquina de Caminito

Caminito

Museo al aire libre

Atelliers 


La argentinidad 

La Boca

El otro 10


Caminito tendrá algo más de una cuadra de largo pero convoca la mayor cantidad de turistas que jamás vi en toda Buenos Aires.
Junto con la primera cuadra de la calle Magallanes es un imán para recorrer los antiguos conventillos de los inmigrantes genoveses que llegaron a la ciudad en los últimos años del siglo XIX.
El dibujo de Caminito sigue el trayecto de un arroyo que antiguamente desbordaba hacia el río y siendo una calleja perdida, allá por la década de 1950 Benito Quinquela Martín tuvo la idea de darle vida a esa parte olvidada de la ciudad, trasladando allí sus caballetes y pinturas y poniendo en valor artístico el barrio portuario. La explosión de colores de La Boca llegó entonces de la mano del pintor, siguiendo el estilo tradicional del conventillo genovés recreado en la ciudad por los inmigrantes que desde hacía medio siglo estaban allí instalados.
Y el morador más conocido de La Boca es Diego Maradona en todas sus etapas: desde sus comienzos en Argentinos Juniors hasta su retiro como jugador en Boca y Newells. No hay lugar, ventana ni negocio que no reproduzca su estampa. En fotos, cuadros, regalitos, muñecos para abrazar y sacarse fotos, cuadros para hacer fotomontaje...
Asoma también la sonrisa de Gardel debajo de su eterno sombrero tanguero, su elegancia sin igual y su poesía. Muchos bailarines de tango se concentran en Caminito ofreciendo breves espectáculos a los turistas curiosos y prestos a dejarse fotografiar por unos pocos pesos. Cantores recuerdan sus canciones en las veredas de los bares, un poco desafinando tangos como Melodía de arrabal y Volver aunque cantados con religiosidad en honor al más grande cantor de nuestra tierra.
Los atelliers invitan a pasear y conocer sus obras, aunque no entramos al espacio de los Pintores sin manos que tiene su lugarcito en un conventillo colgado sobre Caminito, pudimos apreciar el trabajo de otros artistas que exponen pequeñas obras, desde fotografías típicas de tango hasta óleos coloridos que reproducen el espíritu del barrio a la perfección.
Visitar Caminito fue una grandísima sorpresa, tanto por su movimiento sin fin como por sus colores y su olor, sus habitantes que se dejan ver por los alrededores de las calles vecinas, su arte, su estilo único y su música, una mezcla de tango y folklore cantados desde las veredas y que invitan a los turistas a dejarse envolver por esa argentinidad anhelada aunque no sea más que para tomarse un café y descansar unos minutos.
La Boca, envidio sanamente tu espíritu alegre y tu arco iris de colores, el arte que vive en tu calle más famosa y tus aires de tradición porteña que no encuentro en ningún otro barrio.
Gracias por ser auténtica.




No hay comentarios:

Publicar un comentario