sábado, 18 de enero de 2014

El comienzo de todo: Valle Grande, San Rafael, Mendoza

Valle Grande y su espejo de agua

El sol, el cielo, las nubes, el agua

Las alturas del cañón, se va formando el curso del Atuel

La represa

Postal 
El cielo siempre azul

Valle Grande, en San Rafael, provincia de Mendoza. Forma con sus paredones el recorrido del río Atuel que recorre serpinginoso el Atuel, con sus aguas esmeraldas furiosas, su frescura y su humedad que calma el calor que cae sobre todos los que nos encontramos a sus orillas.
Acampé allí tres días nada más pero son importantes para mí porque conocí a César (Mulin) que también tenía su carpa en el camping.
Porque te quiero, porque no es una relación fácil pero así y todo, aunque a veces cuesta, apuesto todos los días por vos y te elijo, como vos me elegís a mí y me sostenés, Muli, va esta canción que siempre viene a mí cada vez que recuerdo esos días:


Give me a kiss before you leave me
and my imagination will feed my hungry heart.
Leave me one thing before we part
A kiss to build a dream on.

miércoles, 8 de enero de 2014

El color explota en Caminito

Cesar y el puente 

El Diego 

Conventillos convertidos en atelliers

Explosión de colores 

La esquina de Caminito

Caminito

Museo al aire libre

Atelliers 


La argentinidad 

La Boca

El otro 10


Caminito tendrá algo más de una cuadra de largo pero convoca la mayor cantidad de turistas que jamás vi en toda Buenos Aires.
Junto con la primera cuadra de la calle Magallanes es un imán para recorrer los antiguos conventillos de los inmigrantes genoveses que llegaron a la ciudad en los últimos años del siglo XIX.
El dibujo de Caminito sigue el trayecto de un arroyo que antiguamente desbordaba hacia el río y siendo una calleja perdida, allá por la década de 1950 Benito Quinquela Martín tuvo la idea de darle vida a esa parte olvidada de la ciudad, trasladando allí sus caballetes y pinturas y poniendo en valor artístico el barrio portuario. La explosión de colores de La Boca llegó entonces de la mano del pintor, siguiendo el estilo tradicional del conventillo genovés recreado en la ciudad por los inmigrantes que desde hacía medio siglo estaban allí instalados.
Y el morador más conocido de La Boca es Diego Maradona en todas sus etapas: desde sus comienzos en Argentinos Juniors hasta su retiro como jugador en Boca y Newells. No hay lugar, ventana ni negocio que no reproduzca su estampa. En fotos, cuadros, regalitos, muñecos para abrazar y sacarse fotos, cuadros para hacer fotomontaje...
Asoma también la sonrisa de Gardel debajo de su eterno sombrero tanguero, su elegancia sin igual y su poesía. Muchos bailarines de tango se concentran en Caminito ofreciendo breves espectáculos a los turistas curiosos y prestos a dejarse fotografiar por unos pocos pesos. Cantores recuerdan sus canciones en las veredas de los bares, un poco desafinando tangos como Melodía de arrabal y Volver aunque cantados con religiosidad en honor al más grande cantor de nuestra tierra.
Los atelliers invitan a pasear y conocer sus obras, aunque no entramos al espacio de los Pintores sin manos que tiene su lugarcito en un conventillo colgado sobre Caminito, pudimos apreciar el trabajo de otros artistas que exponen pequeñas obras, desde fotografías típicas de tango hasta óleos coloridos que reproducen el espíritu del barrio a la perfección.
Visitar Caminito fue una grandísima sorpresa, tanto por su movimiento sin fin como por sus colores y su olor, sus habitantes que se dejan ver por los alrededores de las calles vecinas, su arte, su estilo único y su música, una mezcla de tango y folklore cantados desde las veredas y que invitan a los turistas a dejarse envolver por esa argentinidad anhelada aunque no sea más que para tomarse un café y descansar unos minutos.
La Boca, envidio sanamente tu espíritu alegre y tu arco iris de colores, el arte que vive en tu calle más famosa y tus aires de tradición porteña que no encuentro en ningún otro barrio.
Gracias por ser auténtica.




sábado, 4 de enero de 2014

Ollantaytambo, la emoción de estar en Perú

Una callecita de Ollantaytambo

La fortaleza vista desde el tren

Los techos desde la ciudadela

Las terrazas

El perfil del inca sobre la piedra

Wiracocha, el dios creador inca, vigila y cuida los techos de Ollanta
Las siembras

A través de un hueco, los techos bajo el sol

Changuitos entre las ruinas

Ollantaytambo

Ollantaytambo



Mirar hacia abajo bajando las terrazas
De todos los lugares que visité en Perú, éste fue el más emocionante: a pesar de que Macchu Pichu tiene "el" encanto de las ruinas incaicas, se pierde la emoción con tanto comercio, tanta gente, tanta cosa alrededor. De la zona de Cuzco, por lejos es lo más visitado por todo el mundo. Pero Ollantaytambo conserva el calor de pueblito, con esas callecitas empedradas y ese aire incaico que la envuelve y la abraza: desde los cerros con sus dioses que vigilan el horizonte y guardan la pequeña ciudad de todo mal hasta los campos sembrados, todo en Ollantaytambo desprende tranquilidad, gracia, respeto por el pasado. Silencio y viento, nada más. Piedra y espíritus callados. Changuitos correteando entre las ruinas. El tren que se detiene y se pierde hacia Cuzco. La paz en medio del Valle Sagrado inca.