
En un puesto de diarios y revistas frente a la Plaza de Mayo en la intersección de Hipólito Yrigoyen y Bolívar encontré este hermoso homenaje a los mejores escritores argentinos: Jorge Luis Borges (1899-1986); Rodolfo Walsh (1927-1977); Julio Cortázar (1914-1984); Ernesto Sábato (1911-2011) y Roberto Arlt (1900-1942). A todos ellos, en más o en menos, los he leído, de todos guardo algún recuerdo, algún momento. Sobre Borges, realicé un curso interesante en el Centro Cultural Rojas que me abrió a la posibilidad de entrar en algunos de los entreveros de sus cuentos: precisos de palabras, impecables de ideas, queribles en sus retratos, todos perfectos. Para mí, el mejor escritor argentino de todos los tiempos. Rodolfo Walsh fue el objeto de mi tesina fallida pero ganada en conocimientos tanto de parte de su obra como de su historia personal: me inicié entonces con "Operación Masacre" aunque ahora recuerdo que en algún momento antes lo había encontrado en un librito de editorial Alianza que traía su "Un oscuro día de justicia"; así fue mi primer contacto con él. Hay mucho, muchísimo de Borges en él, a quien en principio adoraba como se adora a un maestro y luego, por elecciones políticas e ideológicas de ambos, Walsh lo fue dejando a Borges aunque no del todo. Fue, en cierto sentido, el creador del género de la no-ficción que fue mucho más conocido y practicado y apropiado en Estados Unidos (New Journalism) a partir de las obras de Truman Capote y Tom Wolfe. Pero el argentinísimo Rodolfo se adelantó a su época escribiendo "Operación..." unos cuantos años antes que ellos y creando así la no-ficción. Creo que actualmente, por más Majul y otros periodistas-escritores que haya dando vueltas por aquí, no pueden igualarse a la huella de Walsh que se encuentra indeleble y visible en cada una de sus palabras. Imposible igualarlo. Julio Cortázar no es argentino, de hecho nació en Bruselas pero vino a vivir a la Argentina y por lo tanto lo creemos tan nuestro como cualquiera de nosotros. Leí muchas cosas de él, cuentos y novelas. La primera parte de "Rayuela" me pegó de lleno a través de la Maga, ¿qué mujer en algún momento de su vida no se identificó con ella? Justamente, la primera vez que la leí, me sentía "la" Maga por ese amor incondicional y no correspondido a un sinvergüenza (era Cortázar mismo, vamos..) que la tenía cuando quería y la abandonaba cuando quería pero no la abandanoba del todo porque a su manera fría y extraña, amaba a la Maga y la necesitaba. Y también me divertí mucho con sus historias sobre los cronopios y los famas, (no hay caso, me siento más fama que cronopio en estos días, la verdad). Y me impresioné más con el cuento "La noche boca arriba" y ese fluir de la voz entre la vida y la muerte: ¿es el relato de un vivo o es la voz de un muerto? Más difícil me resultó llegar a "Axolotl", no quise entrar en ese análisis del "yo" desdoblado en pez y en observador externo... fue demasiado para mí. "Sobre héroes y tumbas" de Sábato fue uno de los libros que elegí a los 17 años para leer por mi cuenta, sin que me lo pidan en la escuela ni en ningún lado. Unos meses antes había estado muy enferma en el verano y había leído casi todas las obras de teatro de Shakespeare menos una, esa fue mi primera elección de lectura ese año. Luego me metí con la historia de Alejandra Vidal y entonces no entendía nada de lo que allí pasaba. Dejé el libro ahí tirado en la biblioteca, no me había llegado. Años después, cursando Lengua en el Lenguas Vivas, me tocó releer la novela y ahí sí descubrí de qué se trataba: Alejandra entró como un dragón dolido y oscuro a través de su historia personal y la acompañé en todo momento, desde su encuentro en el Parque Lezama con Pabblo hasta su muerte con su papá. He ido al Parque buscando la estatua donde se encontraron por primera vez Alejandra y Pablo. Creo que la encontré, tengo que buscar esa foto y publicarla. Y Roberto Arlt fue una buena compañía en mis vacaciones de verano en Mendoza a orillas del Atuel, recuerdo que leí "Los siete locos" y "El jueguete rabioso". Aunque más me gustan sus "Aguafuertes porteñas": esos microrrelatos que me identifican de la cabeza a los pies con el ser porteño que relata Arlt aunque hayan pasado décadas de esos retratos a estos tiempos. A todos ellos, grandes escritores, los he querido y los seguiré queriendo por lo que me han acompañado en la vida, lo que me brindaron a través de un libro y lo que me enseñaron con sus ideas y sus vidas. A todos ellos los seguiré encontrando en noches antes de dormir. Y en viajes en micro a Rosario ida y vuelta. Y en vacaciones para distender la cabeza de lo que pasa todos los días. Y me llevarán a creerme igual que la Maga, a ponerme del lado de Emma Zunz, a entender la locura de Alejandra Vidal y disfrutar el "elogio del fiacún" o las instrucciones para subir una escalera... y a lamentar la pérdida de un Walsh.