sábado, 30 de noviembre de 2013

Tour a la Casa Rosada I: por adentro y por afuera







Vista de la Plaza de Mayo, la Pirámide de Mayo y el Cabildo desde el "balcón" de Perón



Los Granaderos custodian la Casa Rosada
El solar donde está emplazada la Casa Rosada fue, durante toda la historia de Buenos Aires, la sede de las distintas y sucesivas autoridades que gobernaron el país. A poco de fundada la ciudad en 1580, Juan de Garay mandó cavar una zanja y terraplenes formados con las distintas tierras extraídas de ella, encerrando dentro el origen de lo que más tarde se llamó "Real Fortaleza de San Juan Baltasar de Austria" o "Castillo de San Miguel". Posteriormente, en 1595, el gobernador Fernando de Zárate mandó levantar una amurallada construcción de 120 metros de lado, con foso y puente levadizo, que se alzó en la manzana ceñida por las actuales calles Rivadavia, Balcarce e Hipólito Yrigoyen y la Avenida Paseo Colón sobre las barrancas que entonces daban al río. Finalmente, a principios del siglo XVIII se construyó un sólido fuerte, íntegramente hecho de ladrillos, cuyas murallas y bastiones perduraron hasta su demolición, un siglo y medio después. Ya en el período de la Independencia, la casa que había sido residencia de gobernadores y virreyes españoles albergó, con muy pocas reformas, a las autoridades de los sucesivos gobiernos patrios: las Juntas, los Triunviratos, los Directores Supremos, los Gobernadores de Buenos Aires y el primer Presidente de la Argentina, Bernardino Rivadavia.
Abandonada y parcialmente demolida, volvió a tener protagonismo como sede del gobierno político a partir de 1862, cuando Mitre se instaló con sus ministros, remozando la antigua residencia oficial del fuerte. Su sucesor, Sarmiento, decidió embellecer la morada del Poder Ejecutivo Nacional, dotándola de jardines y pintando las fachadas de color rosado con el que, posteriormente, se siguió caracterizando.




viernes, 22 de noviembre de 2013

El cielo al alcance de tu mano


En algún lugar, la lluvia

Misiones

Entre Ríos

No existen métodos para tocar el cielo
pero aunque te estiraras como una palma
y lograras rozarlo en tus delirios
y supieras al fin cómo es al tacto
siempre ta faltaría la nube de algodón.

Mario Benedetti

sábado, 9 de noviembre de 2013

El Parque Rivadavia, el corazón de Caballito

Puestos de libros
Perfil del monumento a Bolívar

Lago y fuente

A unas tres cuadras de mi casa está en Parque Rivadavia, el pulmón vital del barrio de Caballito. Son pocas manzanas que guardan muchas maravillas: muros intervenidos, paseos, caminos arbolados, puestos de libro, jugadores de ajedrez, discos, usados, películas, feria a cielo abierto, areneros, niños, perros por todos lados, gente que pasea y disfruta especialmente los fines de semana, murga, estatuas majestuosas y monumentos, árboles añosos, laguito...
Se inauguró en 1928 sobre los terrenos que pertenecieron a la familia Lezica. De esa época sobreviven la noria y el precioso ombú sobre la Av. Rivadavia frente a la Iglesia de la Virgen de Caacupé.
La quinta conoció tiempos de esplendores y lujos porteños desde 1870 y en los años de la fiebre amarilla se convirtió en el refugio de los Lezica y sus invitados. Cuando falleció Ambrosio Lezica hacia 1880 la familia sufrió una debacle económica que los llevó a perder su fortuna. Así, el predio fue abandonado y a principios del siglo XX solo vivían allí gente de la calle y "fantasmas".
En los años de presidencia de Alvear se confiscaron las tierras para el municipio. Los descendientes de Lezica se avinieron a la expropiación aunque solicitaron que se mantuviera el nombre original para el espacio verde. Sin embargo y luego de la intervención del reconocido paisajista Carlos Thays el lugar comenzó a llamarse Parque Rivadavia.


La noria

Puente sobre el lago

Árboles frondosos en primavera y verano

Despunta el ejercicio del ajedrez en las mesas frente a los puestos

Y hoy en día es uno de los espacios verdes más lindos e interesantes de Buenos Aires: soy un ratón de biblioteca y si pudiera me pasaría horas y horas y horas perdida entre los puestos de libros.. ¡hay tantos universos escondidos en tan pocos metros!

sábado, 2 de noviembre de 2013

Zamponias y quenas sonando: Tilcara




Entrando por una de las callecitas tilcareñas, subimos la quebrada para llegar a la cascada en la Garganta del diablo: sí, por supuesto que aquí también el diablo tiene su historia pero todavía no la conozco, aunque quién sabe si pronto no estaré compartiendo su historia en Carnaval...
Tremendamente difícil fue para mí cada paso que di en la quebrada, con César arrastrándome centímetro a centímetro (y no exagero) porque todo lo que yo quería en ese momento era quedarme y que el tiempo me encontrara allí, sentada sobre las piedras bajo el sol envuelta en el ulular del viento. Cada metro pedregoso me obligaba a agacharme y parar y respirar y entonces para ganar fuerzas aprovechaba a espiar sobre mi espalda y sorprenderme infinitamente con los cerros distantes encendidos como fuego con la luz del sol, el verde pálido de la puna alfombrando la quebrada con sus cardones añosos y sabios, las huellas incontables de tantos pies que pasaron antes de mí por esos caminos escondidos, la tierra y el aire unidos para dar vida a uno de los paisajes argentinos más hermosos... ¡Qué linda sos, Tilcara!